Zambia, muerte y gloria en Libreville

Zambia, muerte y gloria en Libreville

Camerún, Nigeria, Costa de Marfil y Egipto. Probablemente, estos cuatro países africanos sean los más conocidos desde la década de los noventa en el ámbito futbolístico. Ya sea por delanteros como Samuel Eto´o o Didier Drogba, por actuaciones estelares como el oro olímpico de los nigerianos en 1996 o por la conquista de Copas África, como es el caso de Egipto (4). Pero África no es solo esto.

Su infravalorada riqueza futbolística siempre se ha medido en el resultado. Un resultado que siempre se compara con Europa o América, cuando la cantidad de recursos es menor. Además, no hay que olvidar que África es el continente más pobre del mundo y que los primeros 1o países con menos recursos pertenecen a este mismo, según la ONU. Dentro de lo conocido, tanto en el marco externo como interno, siempre quedan historias olvidadas. Puede ser la de Ghana en el Mundial 2010 o la que pudo ser la primera gran generación del fútbol africano con aquella Zambia de Seúl 1988. Una película que acabo antes de tiempo por un vuelo maldito pero con un final ‘feliz’.

 

Una goleada para la historia: Zambia arrolla a Italia

‘Rápido y divertido’. Esta fue la definición para definir el estilo de fútbol que Zambia practicó en los Juegos Olímpicos de 1988. El fútbol africano todavía no había tenido un impacto considerable a nivel mundial cuando se tenía que enfrentar a países de otros continentes. Argelia fue el inicio en el Mundial España 82 y Marruecos lo confirmó cuatro años después. A pesar de ganar a selecciones importantes como Alemania o Portugal, nunca se había visto una superioridad notoria como aquel 19 de septiembre.

La Zambia de Samuel Ndlovu asestó un 0-4 sonoro a Italia, una de las favoritas para hacerse con el oro. Con futbolistas como Mauro Tassotti, Ciro Ferrara, Angelo Colombo o Pietro Virdis, los italianos no pudieron frenar las embestidas de las balas de cobre. Pero además de la goleada, resaltó un nombre por encima del resto: Kalusha Bwalya. Héroe de aquel día con un hat-trick, anotó durante el torneo 5 goles en 4 partidos.

Zambia acabó primera de grupo, superando a la azzurra, a Irak y a Guatemala. En los cuartos de final, se acabó el sueño, ya que Alemania o mejor dicho, Jürgen Klismann, anotó tres goles para tumbar a los zambianos, que aún siendo mejores, no pudieron igualar la efectividad alemana.

 

La tragedia de una generación histórica

Aquellos JJOO de Seúl supusieron la primera piedra de un proyecto ilusionante. Zambia siguió cosechando grandes actuaciones, como el tercer puesto de la Copa de África en 1990 o quedándose a un paso de ir al Mundial del mismo año, tras perder el último partido clasificatorio contra Túnez.

Tres años después, llegó el momento. Zambia estaba metida en un triangular contra Senegal y Marruecos para ir a la cita de Estados Unidos. Los expertos en la materia veían que está era su oportunidad. A la par, también se estaba jugando la clasificación para la Copa África de 1994. En uno de esos desplazamientos, ganaron a las Islas Mauricio por 3-0 pero sus mentes estaban puestas en el primer partido del triangular en Dakar contra Senegal.

El avión DHC-5D Buffalo fue el encargado de recoger a los jugadores. Con una antigüedad de 20 años, el vuelo debió de hacer tres escalas. En una de ellas, el avión explotó y cayó al mar de Libreville, capital de Gabón. No se salvó nadie. Murieron todos los futbolistas, el cuerpo técnico, el presidente de la federación, los pasajeros, etc. En cambio, hubo uno que tuvo la suerte del destino y precisamente, iba a ser el hombre que resucitaría a Zambia en el futuro.

 

 

Kalusha Bwalya, el salvador

La estrella de aquella generación fue la excepción de aquella tragedia. Su equipo, el PSV, no le dio permiso para jugar los partidos frente a Islas Mauricio y Senegal. Asimismo, prometió al seleccionador Godfrey Chitalu que viajaría desde Europa para llegar al primer encuentro de la clasificación del Campeonato del Mundo.

“Jamás volveré a celebrar un gol, mis compañeros merecen ese silencio. Lo fácil sería arrojar la toalla, pero no lo haremos. Así es la muerte, así es la vida. Ha muerto una parte de Zambia, pero está por llegar una nueva Zambia” Palabras de Kalusha Bwalya tras el accidente. (Declaraciones recogidas de El País).

A pesar del fatídico accidente, Kalusha se encargó de rearmar al equipo y ayudar al danés Roald Poulsen, que fue el nuevo entrenador. Zambia se dejó la piel pero la mala suerte se le encontró por partida doble. Perdieron el último partido del triangular contra Marruecos y fueron subcampeones de la CAN de 1994, cayendo en la final frente a Nigeria, donde esta última también lograría el oro olímpico tres meses después. No hubo ni Mundial ni Copa de África pero si nació la fe de Kalusha Bwalya.

 

 

Y al final ocurrió, Zambia campeona 

Tras casi dos décadas sin hacer algo relevante en el fútbol, Zambia se hizo con la CAN de 2012 tras vencer a Costa de Marfil en la tanda de penaltis. Curiosamente, aquel título se conquistó en Libreville, el lugar de la tragedia de 1993. 19 años después, Gabón presenciaba a un Kalusha emocionado que no se lo acabó de creer. ¿Por qué? Porque el título se consiguió mientras él era el presidente de la Asociación de Fútbol de Zambia.

“Doy gracias a Dios por haber vivido este momento. Llevaba esperando desde 1993 para ver ganar a Zambia la Copa Africana de Naciones. Ahora ya lo he visto”, explicó emocionado.

En aquel torneo, Zambia disputó la fase de grupos en Guinea Ecuatorial. Para jugar en la maldita Libreville, había que llegar a semifinales. Lógicamente, los hombres de Hervé Renard cumplieron el objetivo. Es entonces cuando Kalusha citó a todos en la playa donde ocurrió la tragedia de sus ex compañeros.

“Quería establecer una conexión entre las dos selecciones, entre el pasado y el presente. Quería que se produjera un cambio de testigo, que los jugadores de este año rindiesen un homenaje a los de 1993”, afirmó Kalusha a la FIFA.

La playa de Libreville fue testigo de algo místico. La unión de dos generaciones. De la más prometedora a la más ganadora. Kalusha, con su experiencia, guio en la oratoria a los 23 hombres que hicieron historia hace 9 años para Zambia. De la muerte a la gloria, así de sencillo.

 

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