El Villarreal no tiene el presupuesto de otros equipos grandes como el Bayern, el Chelsea, el PSG o sus tres competidores nacionales, el Real Madrid, el F.C Barcelona y el Atlético de Madrid. Precisamente, el Submarino Amarillo (140 millones) y el Borussia Dortmund (600 millones de euros) cuentan con los dos mejores delanteros del mundo. No lo decimos nosotros, lo dicen los premios. En la Champions, el galardón al mejor ‘striker’ se lo llevo Erling Haaland. En la Europa League, no solo Gerard Moreno fue el mejor atacante, también fue el mejor jugador de la competición. Octavo en la Bota de Oro (solo se cuentan los tantos de las competiciones domésticas y no internacionales), la estrella del conjunto groguet ha firmado una 2020-2021 de ensueño a sus 29 años marcando una treintena de goles.
Su modestia, su trabajo en la sombra, sus hechos en el campo y su ausencia inexplicable en los medios por no tener un merchadising o una marca considerable, hace que muchas veces en la pregunta de ¿Cuál es tu delantero favorito? se quede fuera en la elección de la mayoría de los encuestados. Sin embargo, la entrevista que le hicieron en La Resistencia, provocó que el público descubriese a un figura no solo con la pelota, también delante de las cámaras. Con una inteligencia a lo Raúl González Blanco, con un ataque al espacio y un ansia por el gol como David Villa; Gerard Moreno es el delantero español del momento y probablemente, top-10 del fútbol mundial en su posición. Pero esta escalera hacia el éxito no siempre fue fácil, y el punta de Santa Perpetua de Moguda tuvo una madurez acelerada que le permitió vencer a las malas noticias.
«Los ojos, chico, nunca mienten»
Desde su infancia, Gerard Moreno tenía una relación especial con el gol. Como aquella mítica frase que pronuncia Al Pacino en la obra maestra de Brian de Palma (Scarface-1983) »Los ojos, chico, nunca mienten», el delantero del Villarreal siempre ha sido un enamorado del fútbol callejero y esto siempre se ha notado en su mirada. En una de aquellas prematuras aventuras, quiso sacar una pelota que se había quedado atrapada en la red de una portería de fútbol sala. Al final, el que se quedó enganchado fue Gerard. Un suceso que le provocó una herida importante en la zona derecha de la barbilla que le supuso una veintena de puntos de sutura.
No fue el único susto. Tras un Trajana – Damn, él y sus padres fueron abordados en el peligroso barrio de La Mina (Barcelona). Lo que parecía un robo, al final fue el fichaje, el inicio de todo. El asaltante era Carles Casanovas, entrenador de las categorías inferiores del Espanyol.
Gerard Moreno, sentimiento perico
A partir del 2001, Gerard Moreno pasó a la cantera del Espanyol, hasta el 2007. Allí, destacó por ser un delantero que mentalmente iba por delante del resto. Asimismo, se destapó como un gran rematador, especialmente, con la cabeza. Un sentimiento perico que se vio reflejado en un Espanyol-Rayo Vallecano. Raúl Tamudo marcó un gol a los madrileños y lo celebró con un recogepelotas. Ese recogepelotas era Gerard Moreno. A partir de ahí, la afición del Espanyol le apodó como el ‘hereu’ (El heredero) según iban pasando los años.
"Era un perico más".
Gerard Moreno y su paso por el Espanyol. #UniversoValdano pic.twitter.com/UNvp32KJSC— Fútbol en Movistar+ (@MovistarFutbol) December 28, 2020
Un sentimiento que en alguna ocasión, se vio empañado por algunas noticias inesperadas. Con 15 años, el Espanyol lo descartó de su cantera porque consideraba que no tenía un cuerpo para triunfar en el fútbol. En este punto, fue muy importante el papel de los padres, que siempre estuvieron al pie del cañón cuando se presentaban piedras en el camino. Su padre, Francisco Moreno ‘Chescu’, fue futbolista de Tercera División y sabía perfectamente como podía afectar esta noticia a su hijo Gerard.
“Mis padres y mi hermano me habían preparado mentalmente para que la situación no me tomara por sorpresa. Este episodio me ayudó a no frustrarme con el rechazo”.
El nacimiento de una estrella
Tras romper récords en el Badalona ( 41 goles en su última campaña) e instaurarse en el fútbol profesional gracias a las oportunidades del Villarreal y el Mallorca, Gerard Moreno volvió al Espanyol en 2015. Tras una primera temporada aceptable pero no suficiente para las exigencias del club, llegó el entrenador que haría explotar el fútbol del prometedor delantero.
Quique Sánchez Flores fue el culpable de mostrar los primeros mimbres de la versión actual de Gerard Moreno. Un delantero que se convierte en mediapunta o segundo delantero de referencia caído a banda derecha. Y por si fuera poco, siempre reconoció el punto fuerte del 7 del Villarreal: la inteligencia.
“El nivel de influencia de Gerard no hace falta que yo lo explique. Su trascendencia va más allá de los goles, es un ejemplo. Tiene una mentalidad fuerte, entiende que hay dos partidos, en ataque y en defensa”.
El afecto es recíproco. El delantero que tenía de referentes a Tamudo, Raúl González o David Villa, valoró antes de la Eurocopa en El País su relación con Quique Sánchez Flores.
“Quique Sánchez Flores me dijo algo que me ha marcado mucho, y es que también hay que disfrutar cuando no tienes el balón. Al jugador no le gusta defender, pero hacerlo bien o ver a un equipo recuperar la pelota con la presión también es beneficioso. Esto también me lo dice ahora Emery”.
¿Cuál es el techo de Gerard Moreno?
Delantero referente de la selección española, campeón de la Europa League y máximo goleador histórico del Villarreal tras superar a dos leyendas del club como Giuseppe Rossi y Diego Forlán. Gerard Moreno está batiendo todos los registros que se le presentan. Que es un icono del Submarino Amarillo ya es una realidad. Con 29 años, espera hacer otra temporada de ensueño con la elástica groguet. Quizás merezca más reconocimiento, pero eso no importa para un futbolista que sigue manteniendo los valores que aprendió jugando al fútbol de la calle. Mientras, él sigue haciendo ruido únicamente sobre el campo, marcando goles y ayudar como jugador de equipo a un Villarreal que está escribiendo las páginas más bonitas de su historia de su mano.